Prólogo

Un minuto en la tierra captura, a modo de episodios Polaroid, algunos fragmentos de esa multitud de vidas singulares en las que se desgrana el multifacético tejido de la Historia.

"...vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universe. Sentí infinita veneración, infinita lástima."
El Aleph, J.J.B.


domingo, 19 de agosto de 2012

60. El mar oscuro entre las manos se vuelve agua transparente

Había sido su cumpleaños. Estaba en La Pedrera con su novio y había ido a comer a un restaurant con vista al mar. Su novio había ordenado una milanesa con papas fritas y a ella le había molestado su falta de carácter. Al salir le explicó que quería estar un rato sola y se fue a caminar por la orilla. Tentada por la espuma metió un pie en el agua, pensó en su novio y en su cumpleaños y se sintió miserable. Metió el otro pie y se acordó de la carta que Virginia Woolf escribió antes de tirarse al río. Pensó en lo que ella le escribiría a Juan. Me gustaría que la vida fuera simple como un partido de básquet, entonces podría quererte. No creas que no voy a echar de menos esas caricias deportivas que me mantuvieron hasta hoy, no creas que no lo sé.
Se hundió entre las grandes sábanas de la noche tropical. Se cuerpo sería hallado tres días después, envuelto entre algas y comido por los peces.
Como yo, también la noche azul se escurre invisible entre tus manos, y el mar oscuro se vuelve agua transparente. Ése había sido el último mensaje de texto que su novio recibió.

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