Prólogo

Un minuto en la tierra captura, a modo de episodios Polaroid, algunos fragmentos de esa multitud de vidas singulares en las que se desgrana el multifacético tejido de la Historia.

"...vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universe. Sentí infinita veneración, infinita lástima."
El Aleph, J.J.B.


sábado, 25 de agosto de 2012

58. Una película de gángsters


Esa mañana no me sentía bien, y si no hubiese sido porque me iban a pagar una ristra de billetes, habría llamado a Iván o a Roy y me habría pasado el día entero en la cama, alternando sexo y películas. Pero si había algo que no podía postergar era la sesión de fotos, así que me tomé dos aspirinas y antes de que me pasaran a buscar aproveché para darme un baño. Me resbalé. Levanté las piernas como me había aconsejado el médico y al cabo de unos minutos creí escuchar el teléfono. No tenía fuerzas para pararme. Sentía un cosquilleo en todo el cuerpo, me costaba distinguir las cosas, que se fundían en un blanco luminoso, y lo que escuchaba parecía pasar muy lejos de mí. Cerré los ojos y me dejé estar en el agua, con el chorro caliente apuntándome al ombligo, hasta que unos golpes secos en la puerta me sacaron del letargo. Tiraron abajo la puerta. Roy me tomó del brazo. Le dije que estaba bien, que había sido un tropiezo, nada más, que me había bajado un poco la presión porque no había desayunado. Me secó con la toalla y me alcanzó una remera.
-Estás muy flaca.
Me sirvió una taza de té y yo le pedí que no le pusiera azúcar, pero él insistió en que el azúcar me iba a hacer bien a la presión, así que al final acepté, aunque el té estaba asqueroso porque Juan le había puesto como tres cucharadas.
Me habló de las mariposas plateadas, y yo le confesé que una vez le había tocado las alas a una, y que me habían quedado los dedos llenos de polvo brillante, y que desde entonces cada vez que las maestras me hacían pasar al frente a escribir algo en el pizarrón y me llenaba los dedos de polvo de tiza, me acordaba de la mariposa a la que había matado. Porque si a una mariposa le tocás las alas, la matás, ¿sabías?
Roy puso una película de gángsters, que eran las que le gustaban a él, y nos metimos en la cama.
Me tapé hasta las orejas con el edredón blanco, enredé mis pies con los suyos, y nos dimos un beso. Sentí que se me había corrido el rouge pero no recordaba haberme maquillado. Me pasé un dedo por los labios. Estaba llena de polvo brillante.

martes, 21 de agosto de 2012

59. Pork loin with cranberry sauce

Abrí el placard y me probé el vestido azul. Me pinté las uñas de rosa y me puse unos zapatos de taco chino que me hacían lucir una fragilidad de muñeca. Apenas me maquillé -todo parecía de más con mi perfume- y me senté a la mesa. Mamá sirvió la cena y preguntó si estaba rico. El tipo con el que andaba, un yankee apodado Joey, que, por su falta de destreza a la hora de hablar español, parecía un poco idiota, mientras trataba de tragarse el bocado de cerdo que ya se había llevado a la boca, movía la cabeza como esos perritos chinos que se veían últimamente en los tableros de los autos.
-¿Mejor que el que hacen en tu casa?
El tipo volvió a asentir; ella me dijo que él era el que le había pasado la receta.
-¿No es cierto que el cerdo con arándanos queda genial?
-Sí -atiné a responder, y recordé a papá hace unos años comiendo ese mismo plato, y lo recordé con toda claridad porque no era común que mamá se pusiera a cocinar cerdo en casa y yo no era muy fanática de las comidas agridulces. Miré la cara del tipo y me pregunté por qué todo el mundo parece estúpido cuando lo ves masticar.

Sonó el timbre. Cuando bajaba oí a mamá protestar porque estaba muy flaca y había dejado toda la comida.

Ese día le dije a mi novio que no quería volver a verlo porque ya no creía en el amor. 
-Estás hermosa -fue todo lo que me dijo antes de que cerrara la puerta.



domingo, 19 de agosto de 2012

60. El mar oscuro entre las manos se vuelve agua transparente

Había sido su cumpleaños. Estaba en La Pedrera con su novio y había ido a comer a un restaurant con vista al mar. Su novio había ordenado una milanesa con papas fritas y a ella le había molestado su falta de carácter. Al salir le explicó que quería estar un rato sola y se fue a caminar por la orilla. Tentada por la espuma metió un pie en el agua, pensó en su novio y en su cumpleaños y se sintió miserable. Metió el otro pie y se acordó de la carta que Virginia Woolf escribió antes de tirarse al río. Pensó en lo que ella le escribiría a Juan. Me gustaría que la vida fuera simple como un partido de básquet, entonces podría quererte. No creas que no voy a echar de menos esas caricias deportivas que me mantuvieron hasta hoy, no creas que no lo sé.
Se hundió entre las grandes sábanas de la noche tropical. Se cuerpo sería hallado tres días después, envuelto entre algas y comido por los peces.
Como yo, también la noche azul se escurre invisible entre tus manos, y el mar oscuro se vuelve agua transparente. Ése había sido el último mensaje de texto que su novio recibió.