Esa
mañana no me sentía bien, y si no hubiese sido porque me iban a pagar una ristra de billetes, habría llamado a Iván o a Roy y me habría pasado el día
entero en la cama, alternando sexo y películas. Pero si había algo que no podía
postergar era la sesión de fotos, así que me tomé dos aspirinas y antes de que
me pasaran a buscar aproveché para darme un baño. Me resbalé.
Levanté las piernas como me había aconsejado el médico y al cabo de unos
minutos creí escuchar el teléfono. No tenía fuerzas para
pararme. Sentía un cosquilleo en todo el cuerpo, me costaba distinguir las
cosas, que se fundían en un blanco luminoso, y lo que escuchaba parecía pasar
muy lejos de mí. Cerré los ojos y me dejé estar en el agua, con el chorro
caliente apuntándome al ombligo, hasta que unos golpes secos en la puerta me sacaron
del letargo. Tiraron abajo la puerta. Roy me tomó del brazo. Le dije que estaba bien, que había sido un tropiezo, nada
más, que me había bajado un poco la presión porque no había desayunado. Me secó
con la toalla y me alcanzó una remera.
-Estás
muy flaca.
Me
sirvió una taza de té y yo le pedí que no le pusiera azúcar, pero él insistió en que
el azúcar me iba a hacer bien a la presión, así que al final acepté, aunque el té estaba asqueroso porque Juan le había puesto como tres cucharadas.
Me habló de las mariposas plateadas, y yo le
confesé que una vez le había tocado las alas a una, y que me habían quedado los
dedos llenos de polvo brillante, y que desde entonces cada vez que las maestras me hacían
pasar al frente a escribir algo en el pizarrón y me llenaba los dedos
de polvo de tiza, me acordaba de la mariposa a la que había matado. Porque si a
una mariposa le tocás las alas, la matás, ¿sabías?
Roy puso una película de gángsters, que eran las que le
gustaban a él, y nos metimos en la cama.
Me tapé hasta las orejas con el edredón
blanco, enredé mis pies con los suyos, y nos dimos un beso. Sentí que se me había corrido el rouge pero no recordaba haberme maquillado. Me pasé un dedo por los labios. Estaba llena de polvo brillante.